15-11-2015
Una vez limpiada Nerdua, guiados por Romeus y Tericius empezamos la búsqueda de las reliquias... tras mucho investigar en los suelos del templo encontramos una trampilla encontrando en su interior una estatuilla del DIOS, pero antes de poder celebrar cualquier tipo de victoria moral un nuevo frente se abrió. Como un torbellino de los desiertos apareció ante nosotros una masa de carne guiada por un jinete extraño el cual ya nos sonabas tras nuestra primera huida de Nerdua, seguros internamente de que el era el causante de tanto sufrimiento en aquella misma tierra e infundados con el valor que nos proporcionaba la guardia y custodia de la reliquia nos lanzamos al combate todos como lanza vengadora, o eso quise pensar hasta que miré a mi alrededor... nuestro corrector había desaparecido junto con la reliquia, mientras que Romeus y Tericius movidos por sus sentimientos marcharon frente al extraño jinete dejándome sólo junto a 10 aldeanos más de Bremihe.
Nuestra soberbia nos pasó factura, primero el corrector fue presa de encantamientos mágicos que le dejaron inconsciente dañando la reliquia, segundo los dos ex guardias de Nerdua fueron totalmente neutralizados aparentemente sin más frente al extraño jinete, y por último los aldeanos aunque ayudaban en lo que podían no eran mucho más efectivos que avispas contra un toro embravecido. Afortunadamente, mi vida no vale nada y sólo vivo para un objetivo y ellos me hizo llevar hasta los límites físicos de mi cuerpo asestando y resistiendo golpe tras golpe hasta un golpe certero que hizo explotar aquello como un macabro desenlace a un final de muerte y desesperanza.
Afortunadamente para nosotros el jinete se marchó no sin advertirnos cual poderoso enemigo nos habíamos ganado, pero con la estatuilla en nuestro poder nos sentíamos más que ganadores corregidos y aleccionados en cuanto al poder de combatimos y debemos combatir, pues nuestros caminos se volverán a cruzad con el jinete de los ojos amarillos.
Larga vida a la Espada Negra.